Soy project manager vocacional. En mis etapas como interiorista, como diseñador industrial, como director de obras.... siempre he pensado que no, que yo no era eso. O que sí era eso pero que lo más importante era otra cosa que se gestaba en mi cabeza.
Acabar los proyectos es lo más importante, pensaba. Y luego… pero acabarlos en el tiempo debido, claro. Un proyecto casi acabado no es nada, es como estar casi vivo. O estás vivo o no lo estás.
Luego vi que los costes eran decisivos. Si se supera el margen de seguridad hay conflicto y repercute sobre todo el que participa en el proyecto.
Estaba claro: acabar el proyecto y cerrarlo dentro del coste y del tiempo previstos. Pero se puede cerrar un proyecto de muchas maneras, ahí entra la calidad. La que el cliente espera.
Por tanto debía controlar el tiempo, el coste y la calidad. Todo a la vez.
No hace mucho encontré que en Estados Unidos la función de controlar estas variables tenía un nombre: Project Management.
- ¿Y usted que es? – me preguntan.
- ¿Aparejador? ¿Arquitecto? ¿Decorador? ¿Contratista?-
- Soy el Project Manager – respondo.
Poco a poco.
Estamos destinados a entendernos.
Estamos destinados a entendernos.
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