Las azoteas y terrazas son comunes en los países mediterráneos. Por aquí no nieva, por lo tanto no hay posibilidad de sobrecarga en el tejado (salvo alguna fiesta multitudinaria mientras explota la Nit del Foc en el cielo de Valencia). La azotea ha permitido hacer vida en ella; salir a tomarse fotos al sol o colgar la ropa. Ahí también estaban los depósitos de agua por goteo y los lavaderos y trasteros.
Pero en la construcción intensiva, la azotea es un lujo, un solarium casi privado, una atalaya desde donde ver unos paisajes diferentes.
Es fácil ofrecer una terraza en una casa, pero no es tan sencillo conseguir que sea funcional, que no cause goteras, que el sol no afecte su armadura…
Hay que recoger el agua de la lluvia, que puede ser mucha, y canalizarla para que no deteriore la cimentación ni afecte a las terrazas. Hay que contar con ella desde el principio del proyecto.
He visto demasiadas cosas que se ofrecen a la ligera y luego encarecen el resultado final o lo empobrecen.
El proyecto completo se gesta sobre el papel antes de empezar. Es la primera regla de la gestión de proyectos.
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